EL EX PUGIL VALENTIN ROMERO FORJA NOVATOS EN LAS ALTURAS

Por Alfredo Jaime Gomez

VALENTIN Romero, ex campeón minimosca del Mundo Hispano, se dedica calladamente, en cuerpo y alma, a su labor de formar boxeadores. Su motivación es llegar a dirigir a un campeón mundial.

“Vale”, como le llaman, hace mancuerna con sus hermanos, los también ex púgiles Enrique Romero y Lucas, en el gimnasio “Romerito”, a 200 metros de la famosa pista del Ocotal, en su natal colonia La Papa, en las alturas de Cuajimalpa.

Se retiró del boxeo hace 11 calendarios. Aparte, prepara a sus alumnos en el Deportivo Morelos de la citada demarcación política, y en el colegio Maguen David, de Vista Hermosa, cerca de Bosques de las Lomas.

Afirma tener un muy buen equipo de peleadores y señala a Flavio César Policarpo, peso pluma de Cuautitlán Izcali que debutará este año.

“VALE” Romero (der.), con sus hermanos, los ex peleadores Lucas y Enrique

Les da acción a sus discípulos “en distintos torneos y en poblados que nos invitan, lo importante es que formamos buenos chavos que por medio del deporte no caen en los vicios. El boxeo es duro, hay jóvenes que tienen cualidades, que prometen, pero de repente dejan de entrenar. No cualquiera le entra a los trancazos.

Reconoce que “día a día se aprende algo nuevo, voy a cursos y eso me ayudado. No he logrado nada, sigo con el hambre de proyectarme más. Deseo coronar a un monarca universal”.

Romero agradeció el apoyo que le dan el licenciado Miguel Angel Salazar, jefe delegación de Cuajimalpa, y el profesor Ulises Uribe Martínez.

Romero ha logrado lo que muchos otros entrenadores no han podido, como es sacar a un campeón del famoso Cinturón de Oro.

Valentín indicó. “La idea de poner un gimnasio en La Papa es para aprovechar la altura de 2,700 metros. Las puertas están abiertas. Aquí se han preparado Jéssica Nery, su hermano, y otros profesionales”.

Romero dio sus primeros pasos en este violento deporte al lado de Manuel “Rata” Martínez y dijo adiós al lado del ya fallecido Pepe Morales. “La mayoría de mis combates fueron en la Coliseo. En ese tiempo rechacé una oferta de España porque uno tiene que entender que el boxeo es muy peligroso. Cuando pierdes y pierdes lo mejor es irte. La vida no la compras ni con todo el oro del mundo. Vivo feliz con mi esposa, María de Lourdes Albarrán, y mis hijos Valentín y Jennifer Jazmín, que primero Dios en febrero cumplirá 15 años. Va a terminar la secundaria y entrará a la preparatoria”.