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SU MADRE FALLECIO MIENTRAS EL PELEABA
31/12/2013 - 14.06.48
Su madre falleció mientras él peleabaelgraficodiario En medio del combate con Verón, su mamá tuvo un paro cardíaco en el ring side. Y se enteró después de perder.Ricardo Ramallo subió al ring y observó el remolino de espectadores y el ingreso de los enfermeros al playón del Centro de Educación Física Nº 40 de la ciudad bonaerense de Mercedes. Se desentendió: “Concentración, no voy a mirar, concentración para la pelea.” Saludó a Alberto Melián, el invitado de la velada, figura de Los Cóndores, la selección argentina de boxeo amateur, escuchó la presentación de Mateo Verón, el rival, y comenzó a saltar en la esquina, a golpearse los guantes, a manipular el protector bucal. El tumulto, para Verón, había sido una peleíta de borrachos. Nada extraordinario en un festival de sábado a la madrugada.
Verón cayó en la primera vuelta; se repuso, voleó los brazos, combinó las manos –uppercut de izquierda y derecha cruzada–, clavó el nocaut técnico en el séptimo round y se abrochó el cinturón latino supermediano del Consejo Mundial. Como había sufrido un corte en la ceja izquierda a raíz de un choque de cabezas, se dirigió al hospital municipal. Mientras lo cocían, escuchó del otro lado de la puerta el desgarro en forma de llanto: Pedro lamentaba la muerte de su hermana.
Yolanda Alegre, la madre de Ramallo, sufrió un paro cardíaco antes de que su hijo combatiera con Verón. Se desmayó con el nieto en los brazos, a un costado del cuadrilátero. Tenía 56 años.
“Si me hubiesen avisado, no hubiese peleado, al igual que si se hubiera desmayado la mamá o un familiar de mi rival –dice ahora, más de un mes después, el Rayo Ramallo–; no solamente perdí la pelea, sino que perdí a mi mamá y vivo el momento más difícil de mi vida.”
En la sala del hospital, el Chino Verón advirtió el momento en el que llegó Ramallo –se había quedado a cobrar el dinero– y le dijeron que su madre había fallecido. Decidió, para darle un espacio de intimidad a la familia, omitirse: se retiró por otra salida. Lo sorprendió con un llamado el domingo al mediodía y, a la tarde, Verón se acercó al velatorio en Virreyes. Ramallo le preguntó si se había enterado por las publicaciones en Facebook; Verón le contó que se había anoticiado antes que él.
“Fue un momento raro y durísimo, pero quería ir –remarca–; nunca me dio miedo ni ganas de irme, pero cuando estaba en el velorio, un hermano de Ramallo le contaba a una señora que estaba al lado mío: ‘Ricky cobró mucho.’ Si hubiera sido un rival que no lo conocía, hubiera hecho lo mismo. No pensé en la pelea, sino en él y en la familia.”
A Verón –24 años, 19-9-2, 3KO– y Ramallo –30 años, 15-4-1, 11KO– lo unen la cercanía entre Garín y Beccar, apenas una media hora de viaje en colectivo. Se conocían, y en alguna oportunidad uno había sido sparring del otro. Guanteaban. “Una persona que nos ve peleando tal vez no lo ve como deporte, pero para nosotros es como que estamos jugando al fútbol o a la bolita. En ningún momento está la intención de destruir al otro, sino solamente de ganarle. Que nos lastimemos pasa porque nosotros nos agarramos a las piñas. Nosotros somos humanos ante todo”, dice Ramallo. Luis, su padre, conoció la mala nueva luego del combate, ya que se situó en el costado opuesto al de Yolanda, una costumbre que, interpreta Ramallo, quizá nació cuando corría los 400 metros en atletismo, y su mamá se ubicaba en los 200 y su papá en el cero para que él escuchara el apoyo de ambos. “Ella fue mi fan número uno. Me fue a ver todas las peleas, a todas las exhibiciones, a Punta Indio, a Santa Fe. Siempre me acompañó. Donde sea. Y no es que se puso nerviosa, porque me había visto perder por nocaut como amateur, que fue la única vez. Fue algo totalmente inesperado. Un paro cardíaco sin avisos. No es que le habían dicho que le quedaban tantos días de vida.”
Ramallo reconoce que peleó por necesidad con Verón. Que el boxeo no sólo es una profesión: es, ante todo, un empleo. Y que el rival es un compañero de trabajo. Por eso cita la pelea entre Juan Martín “Látigo” Coggi y Hugo Ariel “Pajarito” Hernández por el título argentino superligero celebrada en el Luna Park en 1986. “Yo lo tuve en el rincón a Látigo Coggi, y gracias a la pelea que le gana a Pajarito, tiene la chance por el título del mundo. Fue a agradecerle a la casa de Pajarito por haber peleado con él. Yo le agradezco a Verón haber peleado conmigo.” El Chino, que acudió al velatorio junto a Ramón, su padre y entrenador, puntualiza: “Esto me deja una enseñanza que nunca me voy a olvidar, a pesar de que me vaya bien o mal; nunca me voy a arrepentir de lo que hice.”
“Gracias a él –destaca Ramallo–, yo ahora puedo pagar un montón de cuentas; ahora se vienen las fiestas de fin de año, tengo un hijo... Si él no hubiese aceptado pelear conmigo, hoy hubiera estado en otra situación.”
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